¿Por qué Antonio Meucci?
Yolima Andrea Díaz Chaparro

Editorial

Aseguramiento de la Calidad en la Información Estadística Un estudio de caso
Ernesto Rojas Morales

Reflexiones Sobre los Fundamentos de los Indicadores
Jesús Romo y García

Las Actividades del Instituto Nacional de Estadística de España en el Marco del Sistema Estadístico Internacional
Antonio Martínez Serrano

Propuesta de Creación de una Red de Transmisión del Conocimiento Para la Formación en Estadística Oficial en América Latina y el Caribe
Angela Vivas Martínez

Los Esquemas Internacionales Dentro de la Estrategia del Candane Para la Implementación y Desarrollo de la Certificación de la Calidad de la Información Básica
Diego Raúl Barrios Lequerica

El proceso de certificación del sector transporte
Comisión de Expertos Independientes

La importancia de la Calidad de la Información
Jesús Domingo Aleixandre, miembro de la CEI evaluadora del subsector Transporte.

Informe de Evaluación del IPC-98 e IPP
Comisión de expertos independientes

Las Caras de la Moneda
Entrevistas a Mauricio Cárdenas y Hernando Torres Corredor

El Sistema Colombiano de Difusión de Información Básica Colombiestad
Carolina Gutiérrez Hernández

Calidad Estadística en el Contexto
Bernardo García Guerrero

Evaluación de Calidad de los Datos Estadísticos
Nicolás Dib David

El enfoque costo-calidad para el mejoramiento del proceso de producción estadística
Eduardo Libreros Dávila

Prensa-Libros
Jorge Eduardo Estrada Villegas

Cine Tecnología y Sociedad
Yolima Andrea Díaz Chaparro

Sudoku
Pedro José Fernández Ayala

Separata

Antonio Santi Giuseppe Meucci nació el 13 de marzo de 1808 en Florencia Italia, allí estudió dibujo y mecánica en la Accademia di Belle Arti.

Supo complementar su formación técnica con la artística, puesto que su primer trabajo lo desempeñó como mecánico del teatro de Pergola, donde diseñó una máquina para cambiar los escenarios durante las representaciones. De allí viajó a Cuba en 1835 para ser jefe mecánico en el teatro Tacón de La Habana.

Debido a su interés por los objetos mecánicos, se dedicó al estudio de la electroterapia como medio terapéutico. Como resultado de sus experimentos curativos descubrió en 1849 un sistema de transmisión de voz, cuando indicó a un paciente colocar en su lengua una placa de cobre conectada a hilos conductores mientras él se desplazaba a una habitación contigua con el regulador de corriente en sus manos; al conectarlo a una batería el hombre dio un grito de dolor que Meucci escuchó con claridad por medio del instrumento que llevaba.

Sobre la base de los resultados del suceso, Meucci siguió experimentando en el tema, de tal forma que aisló la placa de cobre con una especie de embudo, para evitar la descarga eléctrica y, ordenó al paciente que hablara por dicho extremo, así pudo comprobar que la voz de éste se escuchaba en la otra habitación con total claridad.

En febrero de 1850 la estabilidad económica de Meucci cambió radicalmente. El Teatro Tacón fue totalmente destruido por un incendio que obligó al inventor a partir a Nueva York, allí diseñó un electroimán de herradura el cual posteriormente perfeccionaría; en 1854, con la construcción del mismo mecanismo en forma de bobina y en 1859 en forma de diafragma metálico.

El costo de la solicitud de la patente y la no comprensión del inglés por parte de Meucci, obstaculizó los litigios de la autoría tanto del “teletrofono” como de la fabricación de papel de alta calidad; no obstante, en 1870 implementó bobinas de carga en un nuevo prototipo telefónico, las cuales fueron utilizadas comercialmente hasta principios del siglo XX.

Meucci ofreció su invento a Edward B. Grant, Vicepresidente de la American District Telegraph Co, quien ofreció estudiar la documentación presentada al respecto. En 1876 Alexander Graham Bell patentó el “teléfono” sin que Meucci pudiera emprender alguna acción legal por su precaria situación económica.

En 1883 la Globe Co firmó un contrato con Meucci para que diseñara teléfonos para ellos, lo cual creó una desfavorable reacción de la Bell Co quien presentó una demanda contra ellos por infringir su patente sobre el teléfono.

En el juicio que se desencadenó, el pintor Nestore Corradi atestiguó a favor de Meucci puesto que en 1857, en una visita a la casa del inventor, había realizado un dibujo de dos personas hablando por su teléfono, tal como lo había visto personalmente.

En Julio de 1887 el juez falló a favor de la Bell Co, dos años después Meucci falleció en la más absoluta pobreza, sin haber sido reconocido como el verdadero inventor del teléfono.

El 11 de junio de 2002 el Congreso de los Estados Unidos de Norte América, por medio de la resolución 269, reconoció que el inventor del teléfono había sido realmente Antonio Santi Giuseppe Meucci y no Alexander Graham Bell.

Como un homenaje de reivindicación de su importante contribución al desarrollo comunicativo de la sociedad, Meucci es el invitado de honor al tercer número de la revista “ib Revista de la información básica”.