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...¿Sabía Usted?... Dirección de Difusión, Mercadeo y Cultura Estadística del DANE

Prensa - Libros
Jorge Eduardo Estrada Villegas

Separata

Victoria Kairuz Márquez1
Cecilia Correa Valdés2
Lucía Durán Pinilla3
Jesús María Godoy Bejarano4
Marisol Perilla Gómez5

Resumen

Este artículo se elaboró con base en el estudio: “Análisis de las brechas educativas inter generacionales de la población colombiana. Censo 2005”, encargado por el DANE, en 2007, a investigadores de la Universidad de Ibagué y del DANE.

Las brechas en la educación son diferencias cuantitativas, positivas o negativas, medidas en años de escolaridad, entre personas que conforman grupos poblacionales previamente delimitados.

Hay diversas maneras de abordar el análisis de las brechas, tema crucial para la formulación de políticas públicas de equidad y formación de capital humano. En el estudio, de carácter nacional, que sirve de base a este artículo, se analizaron tres brechas: i) de roles (jefe de hogar, padre de jefe de hogar, hijo de jefe de hogar); ii) inter generacional; iii) sistémica. Para cada una de ellas el análisis se despliega en variables: edad, género y localización geográfica.

El estudio de referencia demostró que la reducción real de la brecha educativa inter generacional es excesivamente lenta: 0.55 años en promedio para hombres y 0.41 para mujeres, cada 27 años, en la zona urbana; en la zona rural puede decirse que el cierre de la brecha es casi nulo en 40 años. Se destacan los resultados en relación con la brecha sistémica, que muestra al promedio de la población con una distancia entre seis y ocho años de escolaridad para el área urbana, y superior a los ocho años para la rural, con respecto a un “mínimo ideal” de escolaridad considerado para este estudio en 16 años. En el país, la brecha sistémica es mayor en hombres, lo cual indica el esfuerzo de las mujeres por recuperar las distancias que han tenido con respecto a los hombres en oportunidades educativas.

Palabras clave

Brechas educativas, brecha de roles, brecha inter generacional, brecha sistémica.

Abstract

The present article has been written based on the study: “Educational Inter-generational Gap Analysis for the Colombian Population. 2005 Census” which was developed by a team of researchers in charged by DANE, in the University of Ibagué and DANE.

The educational gaps are quantitative differences, whether positive or negative, measured in number of education years for persons that belong to previously defined population groups.

There are several ways to address the educational gap analysis, which is a fundamental matter when it comes to the definition of public policy related to the equity and human capital formation. In the national study that serves as a base for this article three types of “gaps” were analyzed: i) educational role-gap (head of family, head of family’s father, head of family’s son) , ii) educational intergenerational-gap, iii) systemic educational-gap. For each of them are taken into consideration three variables: age, gender, geographic location.

The reference study showed an excessively slow inter-generational educational gap reduction of an average of 0.55 years for males, 0.41 for women, every 27 years for the urban areas; in the case of rural areas the reduction is even more dramatic, it is fair to say that the gap’s reduction is almost zero in a 40 year period. The results indicating a systemic gap for the Colombian population of an average distance from six to eight years of education within the urban area and a distance of over eight years for the rural area, both compared to an “ideal-minimum” in education years are outlined in this 16-year study. On the other side, the systemic gap is larger for males, which indicates the efforts made by the female population to overcome the historical differences in education opportunities.

Key words

Educational gap, educational role gap, educational inter-generation gap, systemic educational gap.

Introducción

Las brechas educativas son diferencias cuantitativas, positivas o negativas, medidas en años de escolaridad, entre personas que hacen parte de grupos poblacionales previamente delimitados. Para efectos del estudio, estos grupos poblacionales son: jefes de hogar, padres de jefes de hogar e hijos de jefes de hogar, que habitan zonas urbanas o rurales.

Estudiar las brechas educativas permite, además, analizar, de una u otra manera, la transmisión o ruptura de las desigualdades socioeconómicas que pueden ocurrir con el acceso a mayores grados de escolaridad por parte de la población. Si bien el tema no está suficientemente estudiado en Colombia, sí es claro que constituye un tema central para la definición de la política social. Por ello, resulta muy útil no sólo indagar sobre las diferentes brechas educativas que se presentan en la población colombiana, sino disponer de una metodología que permita hacer su cálculo y facilitar su interpretación.

Para el cálculo de las brechas se construyó un modelo metodológico conceptual y matemático que contempla el aspecto estadístico de “valor esperado condicional”, para determinar valores medios de los condicionantes del nivel educativo. La información corresponde al Censo General 2005, realizado por el DANE.

El estudio de referencia demostró que la reducción real de la brecha educativa intergeneracional es excesivamente lenta: 0.55 años en promedio para hombres y 0.41 para mujeres, cada 27 años, en la zona urbana; en la zona rural puede decirse que el cierre de la brecha es casi nulo en 40 años. Se destacan resultados en relación con la brecha sistémica, que muestra al promedio de la población con una distancia entre seis y ocho años de escolaridad para el área urbana, y superior a los ocho años para la rural, con respecto a un “mínimo ideal” de escolaridad considerado para este estudio en 16 años. En el país, la brecha sistémica es mayor en hombres, lo cual indica el esfuerzo de las mujeres por recuperar las distancias que han tenido, con respecto a los hombres, en oportunidades educativas.

En el artículo se hace un especial énfasis en la brecha educativa de género y en la brecha educativa de localización geográfica, es decir, en relación con la población en zonas urbana y resto (rural).

1. Enfoque conceptual

Considerando que el estudio de brechas educativas para Colombia es un tema emergente en la investigación educativa, se hace necesario precisar el enfoque en que se enmarca este análisis. Así, se retoma el planteamiento de Fedesarrollo (2007), en donde la movilidad social es la capacidad de romper las trampas de pobreza en las que los hogares se quedan debido a la dificultad de acumular activos fijos o humanos que les permitan escapar a dicha condición, lo que se traduce en una probabilidad muy baja de ascender de un estrato a otro.

La dinámica de la movilidad social está ligada a los grados de educación, de tal manera que, los hijos de padres con niveles altos de escolaridad, reciben mayor educación y presentan mejores indicadores de calidad de vida (de salud, vivienda e ingresos), por lo que la educación no sólo genera un cambio intrageneracional sino intergeneracional. En este enfoque, la educación es una herencia intangible que las futuras generaciones aprovechan en términos de mayores inversiones en capital humano.

Por su parte, el Departamento Nacional de Planeación (1999) precisa la movilidad social como “el movimiento ascendente o descendente de individuos, familias o grupos de una posición social a otra”, estableciendo una relación de la posición social entre una presente y una pasada. Cuando la movilidad social es relacionada a la transmisión de educación y del ingreso, entre generaciones, se conoce como la transmisión intergeneracional de la condición socio económica, factor vital para evaluar y diseñar políticas económicas y sociales de equidad, con criterios y normas de igualdad de oportunidades.

Entender cómo se transmite de generación en generación la posibilidad de educarse, según el ingreso, facilita analizar los factores de vulnerabilidad de la población para proponer elementos necesarios hacia una sociedad más justa. De este modo, la educación de los hijos tiene tres posibilidades de logro: alcanzar niveles similares al de los padres, no lograr hacerlo y la tercera es superar la educación de los padres. En el primer caso se dice que no hay movilidad, en el segundo hay movilidad descendente y en el último caso la movilidad es ascendente. Cuando la diferencia entre los niveles de educación alcanzada por los padres e hijos es significativa y los hijos superan a los padres, la situación social de los hijos es mejor, en la medida en que se amplíen las oportunidades de bienestar y progreso. En estos casos es la educación el motor principal de la movilidad social.

En términos generales, los conceptos de movilidad, bien sea social o intergeneracional, tienen como eje común la formación de capital humano en condiciones de justicia y equidad. Frente a esto, la importancia de la movilidad intergeneracional, según Cartagena (2004), se fundamenta primero en la percepción de una sociedad más equitativa o con mayor cohesión y segundo, en el efecto en el nivel del ingreso y su distribución en el largo plazo.

Para Tenjo (2004) la educación promueve equidad y movilidad social, que puede ser favorecida u obstaculizada por el papel del sistema educativo. Así, el tema de la equidad es de especial importancia cuando se trata de definir y analizar las políticas de desarrollo que pasan por asignar de manera equitativa los beneficios del crecimiento. Afirma que, cuando hay igualdad de oportunidades, generalmente se produce igualdad de resultados en el largo plazo. En este contexto, los desarrollos conceptuales sobre la movilidad social, la movilidad intergeneracional y el capital humano toman una centralidad importante en el propósito de explicar las brechas en educación.

Sería imprescindible realizar otros estudios con nuevas variables, para afinar el análisis de las brechas educativas, por ejemplo, en relación con la situación económica de los colombianos, o con eventos económicos y sociales del contexto macroeconómico del país.

2. Modelo metodológico para el cálculo y el análisis de las brechas educativas

El análisis se soporta sobre el diferencial de los niveles educativos de distintos “segmentos” demográficos tales como los que surgen de la caracterización de la población entre sexos, ubicación espacio-temporal, generaciones y rol familiar; que resultan de la exposición de los individuos a factores ambientales durante cierto tiempo, a la presencia de características individuales propias de la naturaleza humana y a las decisiones que haya tomado en el curso de su propia vida. Se entiende por brecha educativa, la diferencia positiva o negativa medida en años de escolaridad.

Para establecer estos diferenciales, se partió del jefe de hogar como referente básico y se comparó el nivel de educación alcanzado por los padres de jefes de hogar y por los hijos de jefes de hogar, teniendo en cuenta el contexto social, económico y político. Este contexto, Xt , afectó a todos los individuos por igual y determinó parte de su condición actual.

Además de los hechos comunes para cada generación, existe un conjunto de características individuales que pueden potenciar el aprovechamiento de las oportunidades del ambiente, tales como su sexo, su perfil de inteligencia, su acervo de valores familiares y su capacidad de adaptación a los retos del ambiente, entre otras. Este conjunto de características individuales, algunas heredadas y otras adquiridas, forman el vector de características It .

Otro vector Dt que determina la condición actual del individuo es vector de decisiones en su trayectoria de vida. Este vector está formado por aquellos componentes que describen el tipo de decisiones que se ha visto obligado a tomar el individuo. Para efecto de la presente investigación, se consideró, solamente, la decisión de ser jefe de hogar y las consecuencias que ello acarrea (la de convertirse en jefe de hogar y posteriormente en padres del jefe o abuelo).

De esta manera, la condición educativa Ft (entendida como el número de años de educación acumulados por el individuo) está dada por:

Ft = F ( Xt , It ,Dt ,t)

Donde t representa la edad de la persona y puede considerarse la exposición a las variables planteadas en el modelo.

La ubicación geográfica (departamento en el que vive) y la zona (cabecera o resto), es otra característica de interés clave en el vector de contexto. En el vector individual se considerará el sexo, mientras que en el vector de decisiones se considerará la decisión de ser jefe de hogar y la consecuencia de convertirse más adelante en abuelo. Entre tanto, t representará la exposición del individuo a tales condiciones y, como se dijo antes, estará dado por la edad del individuo.

Ft = F ( Xt , It ,Dt ,t) Se convierte en

Donde el vínculo arriba representa la variable cuyo componente se ha hecho constante.

El análisis de las brechas educativas de rol se hizo sobre aquellas personas que estaban desempeñando uno de estos tres roles: jefe de hogar, padre de jefe de hogar, hijo de jefe de hogar. Esta población corresponde a 12,4 millones de personas. El eje del análisis es la persona, hombre o mujer, que respondió las preguntas del censo, bajo el rol de jefe de hogar. Se establecieron dos categorías para la comparación: a) jefe de hogar con padres de jefe de hogar y b) jefe de hogar con hijo de jefe de hogar. Esto a partir de una determinación previa del número de años de escolaridad del jefe de hogar.

Las brechas educativas intergeneracionales se calcularon entre personas de dos generaciones que desempeñan los mismos roles, es decir se comparó jefe de hogar con jefe de hogar de dos generaciones diferentes, al igual que entre padres de jefe de hogar e hijos de jefe de hogar. Se consideró una diferencia de 27 años entre una generación y la otra, diferencia que corresponde a la edad promedio de fecundidad de la mujer colombiana, según estudios del DANE. Así, por ejemplo, se compararon las personas con el rol de hijos de la década de los cincuenta con hijos de la década de los ochenta, esto con el fin de ir construyendo una explicación acerca del comportamiento de las brechas según las características socioeconómicas y políticas de épocas específicas, que aunque no son el objetivo central de este estudio, sí se abordan a manera de primeras aproximaciones con carácter general.

La brecha sistémica es la diferencia en años de escolaridad, al momento del Censo, de jefes, padres de jefes e hijos de jefes, en relación con un estándar de educación “mínimo ideal”, establecido en 16 años, que se resumen así: un año de pre escolar, 5 de básica primaria, 6 de secundaria y 4 de educación superior.

3. Modelo matemático

El cálculo matemático de las brechas se hizo a partir del concepto estadístico de valor esperado condicional, para determinar valores medios, ante cambios en algunas de las componentes de la función F, de condición educativa del individuo, definida allí.

Donde:
: Representa los años de formación de un individuo que ocupa la posición j en el rango de edad i, y que de acuerdo con el superíndice m inician en 1 para el nivel de primero de primaria hasta g, que representa la formación superior.

: Representa la proporción de individuos que ocupan la posición j en el rango de edad i, y que de acuerdo con el superíndice m inician en 1 para el nivel de primero de primaria hasta g, que representa la formación superior.

Una vez calculado el valor esperado se midieron las diferentes brechas de acuerdo con las definiciones, utilizando los valores esperados, en lugar de los valores individuales, para establecer F. En su forma más concreta, la brecha se determinó así:

Donde:
BEIi: Es la brecha educativa intergeneracional para un determinado rango de edad i.

Ei[Fj]: Representa el valor esperado de los años de educación de un individuo, en el rango de edad i, que ocupa la posición j en una familia.

j representa una de las tres diferentes posiciones que puede ocupar un individuo en una familia: Padre del jefe de hogar (abuelo), jefe de hogar e hijo de jefe de hogar. Y j+1 representa la posición siguiente

Como puede apreciarse en la fórmula, el valor esperado no se discrimina por edad, pero dado que la variable edad es importante porque mide la exposición al contexto, muchas de las brechas se calcularon para diferentes rangos o grupos etáreos.

4. Resultados

El análisis de las brechas se hizo sobre 12,4 millones de personas, que corresponde a la población total que, al momento del Censo 2005, estaba desempeñando uno de los tres roles ya mencionados; el 78% está ubicado en el área urbana o cabecera, y el 22% en el área rural o resto. Los jefes de hogar representan el 77% (9.54 millones); los padres de jefes de hogar corresponden al 3%; y los hijos de jefes de hogar, al 20%. Entre los jefes de hogar, la mayor proporción (23%) se encuentra en el grupo de edades entre 27 a 36 años; el 22% en el grupo de 37 a 56 años; y el 14,4% en el grupo de 57 a 66 años: Es decir, el 60% de la población de jefes de hogar es menor de 66 años. Los padres de jefes de hogar se encuentran en mayor proporción (40%) en los grupos de edades de 77 a 86 años y en un 22% en el grupo de 47 a 56 años. Los hijos de jefes de hogar se ubican en un 84% en el rango de menores de 46 años.

A continuación se presentan los resultados de la siguiente manera:

En primer lugar, la brecha educativa de rol (BER); en segundo lugar, la brecha intergeneracional BEI, y en tercer lugar la brecha sistémica BES

4.1 Brecha educativa de rol (BER)

Es la diferencia cuantitativa medida en años de escolaridad entre individuos de una misma generación e intervalos de edad, que tienen el mismo nivel de exposición en cuanto a las características del entorno, es decir la misma edad, y representan alguno de los tres roles. Son jefes de hogar o padres de jefes o hijos de jefes. Es sincrónica y no existe grado de parentesco entre ellos. Está dada por:

BER(J,J+1)t = Fj+1,t - F

Donde Fj y Fj+1 son los niveles educativos de los individuos J2 (Jefe de Hogar) y J+1 (Hijo de Jefe de Hogar).


Dado que se trata de un grupo grande de individuos se modificará la fórmula para incluir los valores medios o esperados de los niveles educativos.

La edad es la dimensión del análisis y, por ello, cada una de estas categorías de roles se ha ordenado en seis grupos con diferencia de 10 años, a partir de los 27 años, hasta los 86. Puesto que el nivel de escolaridad del jefe de hogar es la base para el cálculo de las brechas educativas, se hacen algunos comentarios al respecto: a) El promedio de escolaridad del jefe de hogar disminuye a medida que se aumenta el rango de edad, tanto para lo urbano como para lo rural; así, con un promedio de años de escolaridad de 10,4 en lo urbano, en el primer rango (27 a 36 años), baja a 9,46 en el rango de 37 a 46 años y sigue bajando hasta llegar a 5,07 en el rango de 77 a 86 años; b) En lo rural (resto), la tendencia es semejante pero con valores reducidos a la mitad de lo urbano; en el primer grupo de edades el promedio es de 5,35 años y se disminuye hasta llegar a 2,14 años en el último grupo de 77 a 86 años.

El nivel de escolaridad de los jefes de hogar, sean hombres o mujeres, sigue la misma tendencia anterior, es decir que a mayor edad menor nivel educativo, sin embargo las mujeres en los rangos de edades mayores, sus niveles de escolaridad son menores a los hombres 4,87 y 5,23 años respectivamente, pero en el rango de edades menores la mujer superó el nivel de escolaridad del hombre y se observa 10,04 años frente a 9,99 (Ver tabla 1).

4.1.1 Brecha de rol: jefes de hogar con padres jefes de hogar

La brecha educativa entre el jefe de hogar y padre de jefe de hogar en el área urbana (cabecera), es en promedio de 1,77, mientras que en la rural o resto es de 0,89 años. La brecha entre los jefes y padres mayores de 77 años es 1,41 en la cabecera y de 0,43 en la rural, y aumenta hasta las edades de 37-46. Esto indica que, a medida que han transcurrido los años, los jefes de hogar han logrado mayores niveles de escolaridad, aumentando significativamente la brecha con respecto a los padres de jefes de hogar. Sin embargo, para el último grupo de edades de 27 a 36 años, la brecha urbana disminuye a 0,87 y en lo rural aumenta a 1,25 años, lo cual indica que a los jefes de hogar jóvenes les ha sido más difícil superar el nivel educativo de sus padres, mientras que en el área rural sucede lo contrario (Ver tabla 1).

Por sexo, la brecha entre los roles jefe de hogar hombre y padre y jefe de hogar mujer y padre, la brecha promedio en la cabecera para los hombres es mayor a la brecha de las jefas de hogar: 1,62 y 1,56, respectivamente. Igual situación ocurre en el promedio rural 0,87 y 0,76 años de diferencia. Al revisar la tendencia por grupos de edades se observa que, cuando los jefes de hogar son mujeres jóvenes, la brecha no es mayor que en los jefes hombres, lo cual muestra mayores niveles educativos que superan al padre (Ver tabla 1).

Tabla 1
Brechas educativas de roles – Promedio nacional, urbana, rural y sexo

Fuente: Kairuz V, Durán L, Correa C, Godoy J, Perilla M. Análisis de las Brechas educativas intergeneracionales de la población colombiana .Censo 2005. Universidad de Ibagué - DANE 2007

4.1.2 Brecha de rol: jefes de hogar con hijos jefes de hogar

Para todos los rangos de edad, la brecha educativa es negativa para los jefes de hogar con respecto a los hijos de jefes de hogar. Es decir, los hijos presentan mayores niveles de escolaridad que quienes asumen el rol de jefe de hogar, aún teniendo la misma edad, lo cual significa que el rol es determinante de las posibilidades de alcanzar mayores niveles educativos. El rol de hijo comporta más posibilidades de alcanzar mayores niveles, mientras que el rol de jefe de hogar demanda muchas otras obligaciones económicas, sociales, culturales, laborales, que obstaculizan las posibilidades de estudiar. Las brechas negativas se presentan entre paréntesis (ver tabla 1).

En conclusión, la brecha educativa de roles entre el jefe de hogar y padre jefe de hogar muestra un crecimiento sostenido desde los años 40 hasta los años 60, desde un poco más de un año, hasta superar los dos años de escolaridad, manteniendo esta brecha hasta los inicios de los 70 y luego desciende considerablemente. Todo lo contrario sucede en la brecha entre jefes de hogar e hijos de jefes de hogar que se comporta negativamente, lo que muestra un aumento en el nivel educativo de los hijos frente al de los jefes de hogar hasta ubicarse en casi dos años de diferencia. En el gráfico 1 se presenta una panorámica de la brecha de rol para la población entre 27 y 65 años.

Gráfico 1
Colombia. Brecha de rol entre 27 y 65 años de edad

Fuente: Kairuz V, Durán L, Correa C, Godoy J, Perilla M. Análisis de las Brechas educativas intergeneracionales de la población colombiana .Censo 2005. Universidad de Ibagué - DANE 2007

4.1.3 Brecha de rol por departamentos y sexo

Los departamentos que mostraron una brecha positiva menor de 1,5 años fueron Risaralda con 0,23, Amazonas con 0,52, y Guainía con 1,01. En estos casos los jefes de hogar tienen mayores niveles de educación que los hijos, haciendo evidente la dificultad de los hijos para superar a los jefes de hogar.

La caracterización de los departamentos por la variable sexo, muestra brechas diferentes cuando los jefes de hogar son hombres o mujeres. En el área urbana se encuentra que en 18 departamentos, cuando el jefe de hogar es hombre, las brechas oscilan entre 0,02 en el Tolima y 0,98 en Sucre. Igualmente, en este nivel hay dos departamentos con brecha negativa así: Caldas (2,0) y Vaupés (3,17).

En 16 departamentos esta brecha tiene el siguiente comportamiento: las brechas son mayores en la mujer que en el hombre y son negativas. Es decir, cuando el jefe de hogar es mujer, los hijos superan los niveles de escolaridad de los jefes. Sería interesante ahondar en el análisis para establecer si las mujeres jefes de hogar impulsan más a los hijos a avanzar en la escolaridad. Se resalta a Guainía 3,62 y Chocó con 2,58 (Ver tabla 2).

Tabla 2
Brechas educativas de roles
Caracterización por departamentos promedio entre jefe de
hogar-padre jefe de hogar / sexo - Urbana (cabecera)

Fuente: Kairuz V, Durán L, Correa C, Godoy J, Perilla M. Análisis de las Brechas educativas inter generacionales de la población colombiana .Censo 2005. U. de Ibagué. DANE 2.007

4.2 Brecha educativa intergeneracional

Esta brecha se define como la diferencia de años de escolaridad, entre dos generaciones consecutivas y que desempeñan el mismo rol, con una diferencia de 27 años y corresponden a generaciones de colombianos expuestos a un contexto socioeconómico y cultural bien diferenciado. Es diacrónica y se trabaja en tres grupos de edades

BEI (j)t= Fjt+27 – Fjt

Entre 27 años a 31 años con otra generación de 54 años a 58 años
Entre 32 años a 36 años con otra generación de 59 años a 63 años
Entre 37 años a 41 años con otra generación de 64 años a 69 años.

4.2.1 Brechas educativas intergeneracionales entre jefes de hogar de dos generaciones

Las brechas educativas intergeneracionales, en el área urbana (cabecera), entre jefes de hogar han venido disminuyendo, de generación en generación, en promedio 0,5 años cada 27 años, así: los jefes de hogar de la década del 40, comparados con los jefes de hogar de la década del 60, muestran una brecha educativa de casi 4 años; los de la década del 50, comparados con los jefes de hogar de la década del 70, bajaron la brecha educativa a 3,5 años; y los más jóvenes, es decir, los jefes de hogar de la década del 60, comparados con los de la década del 80, muestran una brecha de 2,99 años (Ver tabla 3).

Tabla 3
Brechas educativas intergeneracionales de hijos de jefes, jefes de hogar, padres de jefes a partir de 27 años, según sexo y área

Fuente: Kairuz V, Durán L, Correa C, Godoy J, Perilla M. Análisis de las Brechas educativas inter generacionales de la población colombiana .Censo 2005. Universidad de Ibagué - DANE 2007

La brecha educativa intergeneracional de los jefes de hogar hombres, muestra valores menores a las brechas educativas con las jefes de hogar, de tal manera que entre las décadas del 40 y 60, la brecha llegó a 4,39 años para las mujeres.

Comparando las jefas de hogar de la década del 40 con las mujeres jefes de hogar de la década del 60, estas últimas estudian 4,39 años más; esta misma comparación, cuando se trata de hombres jefes de hogar, es de 3,55 años. En la siguiente década, es decir, del 50 y 70, la brecha educativa bajó a 3,94 años y la del hombre a 3,13. En la última década de análisis ya la brecha en la mujer es de 3,56 y la del hombre 2,43 años, lo cual muestra, por una parte, el rezago de la escolaridad para la mujer, por otra, el descenso en la brecha en ambos sexos. Sin embargo, las brechas educativas siguen siendo relativamente altas entre generaciones y el ritmo para cerrarla se observa lento. Una reducción de 0,55 años en promedio cada 27 años para el hombre y 0,41 en promedio para la mujer, es un ritmo demasiado lento y desalentador.

En el área rural, las brechas educativas intergeneracionales son menores que las urbanas. Con todo, es muy crítico que en 40 años hayan disminuido 0,14 años, de tal manera que se pasó de 2,60 años entre las décadas del 40 al 60; a 2,50 años en las décadas de 50 al 70 y, finalmente, a 2,46 años en las décadas del 60 al 80. Aquí sigue mostrando el atraso educativo en que se encuentra el sector rural.

Las brechas son mayores en la jefa de hogar que en el jefe y en 40 años sólo han disminuido 0,2 años, al pasar de 3,03 a 2,83. En los jefes hombres es aun más crítica la situación dado que sólo han disminuido en 0,08 años, es decir, el cierre de la brecha es casi nulo en 40 años. Esta situación se puede visualizar en el gráfico 2.

Gráfico 2
Colombia. Brecha intergeneracional. Jefes de hogar, padres e hijos entre 21 y 38 años y 48 y 65 años

Fuente: Fuente: Kairuz V, Durán L, Correa C, Godoy J, Perilla M. Análisis de las Brechas educativas intergeneracionales de la población colombiana. Censo 2005. Universidad de Ibagué - DANE 2007

4.2.2 Brechas educativas intergeneracionales entre padres de jefes de hogar de dos generaciones

Las brechas educativas intergeneracionales de los padres de los jefes de hogar muestran los mayores valores en las décadas de los 50 a los 70 y de los 60 a los 80 con respecto a las brechas de jefes de hogar y de los hijos de jefes al mostrar 3,77 y 3,92 años respectivamente. En las décadas de los 40 y 50 la brecha llegó a 3,16 años, cifra inferior a la que mostraron los jefes y los hijos para el mismo periodo.

4.2.3 Brechas educativas intergeneracionales entre hijos de jefes de hogar de dos generaciones

La brecha educativa intergeneracional entre los hijos de jefes de hogar, ha aumentado en 0,3 años en los últimos cuarenta años, lo que de nuevo muestra, al igual que en las brechas de padres de jefes y jefes de hogar, la insignificante variabilidad a través de los últimos cuarenta años, lo cual finamente hace evidente cómo el sistema educativo no ofrece alternativas innovadoras para una población que debe ingresar al sistema laboral para sobrevivir de una forma digna. Cuando los hijos son hombres la brecha ha aumentado en 0,71 años mientras que en la mujer 0,49 años durante las décadas de análisis.

4.2.4 Brecha educativa intergeneracional según departamentos y área

En Bogotá y San Andrés se observa que las brechas en los tres periodos de análisis son más bajas y se mantienen en las tres generaciones analizadas. Por ello es difícil destacar un hallazgo significativo en cuanto a la disminución de brechas. Un caso curioso que llama la atención es Chocó que, de una brecha de 3,69 años en la generación de jefes de hogar al comparar las décadas 40 al 60, pasó a 2,13 con respecto a las generaciones de jefes de las décadas 1950 a 1970, y se mantiene para las décadas de 1960 a 1980. Esta reducción de la brecha en más de 1,5 años es el único hecho por destacar en este análisis.

De los 10 departamentos que mostraron una brecha superior a cuatro años durante 40 años, sólo dos permanecen en esa escala: Casanare, quien pasó de 4,93 años a 4,26 años y Arauca de 4,65 años bajó a 4,0 años, los cuales no son cambios muy significativos. Los demás departamentos bajaron su brecha y se ubicaron en una escala menor de 3 años.

4.3 Brecha educativa sistémica

Se define como la diferencia entre los años de educación realmente alcanzados por una persona y el número “mínimo ideal” de años (16) de educación que debería haber alcanzado en una determinada edad, según el contexto en el que ha vivido.

La educación “mínima ideal” cubre desde el pre-escolar hasta la denominada educación superior y postgrado, por las siguientes razones:

En términos funcionales, puede escribirse como:

BESj,t = Ft - Fjt

Como puede notarse, la brecha educativa sistémica utiliza el término Ft, el cual es independiente del rol j del individuo y que, para el caso de la presente investigación, se consideró igual para los tres roles.

4.3.1 Brecha educativa sistémica según roles

Esta brecha deja ver la distancia de la población colombiana con respecto al “mínimo ideal” de 16 años de escolaridad. A la edad de 65 años, los padres de jefes de hogar exhiben una brecha de 12 años con respecto al ideal de educación, mientras que a la edad de 35 años, la brecha para quienes desempeñan este rol es de 8 años. Es decir, hay una disminución de 4 años. Claro está, este descenso que muestra la curva a partir de los 40 años de edad se explica por ser menor el número de personas entre 30 y 40 años que desempeñan el rol de padres de jefes.

Los jefes de 65 años exhiben una brecha de 11 años, mientras que la brecha en jefes de 27 años es cercana a los 6 años; es decir, en este rol se ha disminuido la brecha en cerca de 5 años. Los hijos de 65 años exhiben una brecha de 10 años, mientras que los hijos de 27 años la han reducido a cerca de 5 años; es decir, se ha disminuido la brecha, en el rol hijos, en aproximadamente 5 años.

Así las cosas, lo que se observa es un descenso casi idéntico en número de años en las tres generaciones. Por otra parte, la media nacional muestra una brecha sistémica de 5 años para toda la población a la edad de 20 años. A esta misma edad, según lo muestra el gráfico 3, la brecha de los jefes es superior en dos años a la media nacional, lo que muestra un abandono del sistema educativo de los jóvenes que deben hacerse cargo del sostenimiento de sus familias.

4.3.2 Brecha educativa sistémica intergeneracional

Esta brecha permite inferir los efectos de políticas educativas a lo largo del tiempo. Así por ejemplo, es notable el caso de San Andrés, que pasó de una brecha cercana a 11 años en promedio en la población padres, a una brecha de 6 años en promedio en la siguiente generación, es decir, 5 años de reducción. Otros departamentos como Valle del Cauca, Quindío, Antioquia, Risaralda, Santander, Meta, Caldas, Cundinamarca y Bolívar, exhiben reducciones de brecha sistémica entre uno y cuatro años entre los padres jefes de hogar y los jefes de hogar.

Gráfico 3
Colombia. Brecha educativa sistémica de rol para los colombianos entre 3 y 65 años
2005


Fuente: Kairuz V, Durán L, Correa C, Godoy J, Perilla M. Análisis de las brechas educativas intergeneracionales de la población colombiana. Censo 2005. Universidad de Ibagué - DANE 2007

4.3.3 Brecha sistémica según sexo

Permite observar la tendencia nacional de la diferencia educativa entre hombres y mujeres en relación con el “mínimo ideal” de 16 años de escolaridad. Esta brecha es mayor en hombres que en mujeres, para la mayoría de los departamentos, salvo Bogotá, Atlántico, Valle, Guajira y Guaviare, que muestran una leve diferencia a favor de las mujeres y Vaupés, con una diferencia más amplia. En todo el país la brecha sistémica es levemente mayor en los hombres, lo cual indica el esfuerzo que están haciendo las mujeres por recuperar las distancias que históricamente han tenido con respecto a las oportunidades de educación (Ver gráfico 4).

Gráfico 4
Colombia. Brecha educativa sistémica de los jefes de hogar entre 27 y 65 años de edad, según departamentos por sexo
2005

Fuente: Kairuz V, Durán L, Correa C, Godoy J, Perilla M. Análisis de las Brechas educativas inter generacionales de la población colombiana. Censo 2005. Universidad de Ibagué - DANE 2007

5. Conclusiones

Existen diferencias entre las brechas educativas rurales y urbanas en cuanto al rol. En las primeras, la tendencia es que la brecha se aumenta o mantiene igual, en cambio en la zona urbana tiende a disminuir. Esto significa que, la transmisión intergeneracional de la pobreza es concebida no sólo como la falta de ingresos para satisfacer necesidades, sino también como exclusión social, dada la falta de oportunidades para la realización de funciones básicas y la adquisición de capacidades necesarias para la vida.

El rango de edad es importante a la hora de referirse a las brechas educativas; el promedio de escolaridad disminuye a medida que se avanza en edad, en el rango de los 27 a 36 años en la zona urbana es de 10,4 años, en cambio en la zona rural es de 5,35 años.

La brecha de rol entre el jefe de hogar y el padre de jefe de hogar es muy pequeña en el área rural, tendiente inclusive a cero, donde lo común son los bajos niveles de escolaridad. En lo urbano, el comportamiento es similar, siendo crítica la situación en los antiguos territorios nacionales. En cuanto a la relación jefe de hogar-hijo del jefe de hogar, la brecha de rol es negativa, es decir, el rol de hijos proporciona mayores posibilidades de incrementar el nivel de escolaridad, lo cual en el área urbana se traduce en 1,29 años de diferencia. Sin embargo, superar al padre a medida que aumenta el nivel educativo, es mucho más difícil.

Con todo, en general, se debe decir que las fluctuaciones son muy bajas y poco significativas, lo cual permite concluir que la marginalidad persiste. Llama la atención que, en el área urbana, los hijos de jefe de hogar mujer superan a los jefes de hogar, mientras que en el área rural ocurre lo contrario.

En cuanto a la brecha educativa inter generacional, en general no cambia significativamente. Para el área rural, se puede decir que, históricamente, la situación ha sido muy crítica en materia educativa. La situación educativa se mantiene casi inmodificable en los últimos 40 años, pues solamente la variación positiva es de un año de escolaridad.

Ante esta realidad, alcanzar las metas del Plan 2019, cuando el 50% de los colombianos entre 18 y 23 años deberán estar en la educación superior, es un reto gigantesco para el país. Este desafío es aun más grande para el área rural, donde la participación en la educación superior ni siquiera alcanza el 3%.

En relación con la brecha educativa sistémica, los datos mostraron una situación preocupante para Colombia. El promedio de la población presenta una brecha entre seis y ocho años para el área urbana (que tiene los mayores niveles educativos). Si se considera que el “mínimo ideal” de escolaridad son 16 años, se observa que estamos en la mitad del camino.

El camino entre el 2007 y el 2015, que marca el Plan Decenal de Educación, es un breve lapso de 8 años en el cual el país debe, además de cerrar la brecha sistémica que el presente estudio señaló, poner en marcha políticas que aceleren el aumento de escolaridad por encima de ese “mínimo ideal” de 16 años, para que las generaciones que siguen, hombres y mujeres, en las áreas urbanas y rurales, avancen al ritmo que exigen los tiempos.

1 Magíster en Ciencias de la Educación. Directora de Investigaciones, Universidad de Ibagué. victoria.kairuz@unibague.edu.co.

2 Doctora en Educación. Directora Escuela de Gobierno, Universidad de Ibagué. cecilia.correa@unibague.edu.co

3 Magíster en Economía. Docente, Universidad de Ibagué. lucia.duran@unibague.edu.co

4 Magíster en Administración. Docente, Universidad de Ibagué jesus.godoy@unibague.edu.co

5 Estudiante de Maestría en Política Social. Docente universitaria. marisolun@yahoo.es

Bibliografía

Cárdenas, M., Introducción a la economía colombiana. Fedesarrollo. 2007 (pág. 544).

Cartagena, C., Movilidad intergeneracional en Colombia. Departamento Nacional de Planeación - Estudios económicos, 2004.

Correa, C., Durán, L., Godoy, J.M., Kairuz, V., Perilla, M., Análisis de las brechas educativas inter generacionales de la población colombiana. Censo 2005., Universidad de Ibagué-DANE, 2007.

Departamento Nacional de Planeación., Colombia: Transmisión intergeneracional del Capital Humano y Movilidad social (Capítulo 8 del Informe de Desarrollo Humano),1999.

Tenjo, J., Educación y movilidad social en Colombia., Universidad Javeriana., Documentos de Economía., 2004.