¿Por qué William Brass?

Fecundidad adolescente: diferenciales
sociales y geográficos 2005

Carmen Elisa Flórez

Caracterización demográfica de la
población con limitaciones permanentes
en Colombia, 2005

B. Piedad Urdinola C. y Ronald F. Herrera C.

Asistencia escolar y nivel educativo: un
análisis del censo de población de 2005

Martha Isabel Gutiérrez

Ser mujer jefa de hogar en Colombia
Sandra Patricia Velásquez

Visibilización de la población étnica
en el Censo general 2005: análisis
comparativo de los principales
indicadores demográficos

Astrid Hernández R. y David A. Pinilla A.

El concepto de representatividad en
la escogencia de la mejor estrategia
de muestreo

Hugo Andrés Gutiérrez Rojas

B. Piedad Urdinola C.1
Ronald F. Herrera C.2

Introducción.

El presente estudio busca caracterizar la población con limitaciones permanentes en Colombia, utilizando los datos censales de 2005 de los hogares. Las limitaciones permanentes tienden a concentrarse en los grupos de edades mayores, por lo que se hace necesario un análisis demográfico que permita develar realmente el impacto de las limitaciones físicas. Este documento presenta una descripción demográfica básica y una estandarización por edad y sexo que permitan develar este efecto.

El Censo General de 2005 arroja un total de 2’585.224 personas con por lo menos una limitación física permanente, lo cual representa 6,28% del total de la población (la proporción es de 6,50% para los hombres y 6,16% para las mujeres). No incluye la población que vive en conglomerados o en lugares especiales de alojamiento (LEA)3 .

Una de las ganancias del cuestionario censal de 2005 frente al de 1993 es la inclusión de preguntas con mayor riqueza para la medición de población con limitaciones permanentes en el país. Este último censo incluye nuevas categorías en el formulario básico y dos preguntas adicionales, en el formulario ampliado, sobre efectos en el desempeño diario y la causa de la limitación. No sobra decir que la información recolectada en el Censo es la de mayor riqueza en el país en una larga lista de temas y, que por razones obvias, cuenta con mayor número de casos que cualquiera de las encuestas existentes en el país. Por esto, se convierte en la principal fuente a nivel nacional y sobre todo regional para el análisis del tema.

En la literatura se encuentra un sinfín de definiciones para limitación permanente. La definición de limitación permanente que sigue este estudio es: una condición o función que se considera deteriorada respecto del estándar general de un grupo de individuos. El término de discapacidad incluye la discapacidad física, la discapacidad sensorial, la discapacidad cognitiva, la debilidad intelectual y enfermedad mental, y corresponde a la pregunta 39 del formulario básico del cuestionario del Censo 2005 (DANE)4.

La literatura acerca de discapacidad en el país es bien escasa, como lo señala la revisión de literatura de Rodríguez (2002); además, son pocos los estudios que pueden generar un análisis estadístico robusto. Tanto conceptualmente como en la recolección de datos el tema se encuentra apenas emergiendo en la sociedad colombiana, enfocándose en la parte de conceptualización y exclusión social de la población con limitaciones permanentes.

Metodológicamente, el tema también es reciente en el ámbito mundial. Un estudio liderado por la Universidad de Harvard, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial, llamado Global Burden of Disease (1992), generó los primeros indicadores sobre la pérdida en la salud por incapacidad. Estos índices son conocidos como DALY (años de vida ajustados por discapacidad), que evalúan los años que una población pierde por mortalidad prematura (YLL) y años sanos perdidos por una población debido a una enfermedad determinada (YLD) (Murray, 1996; Anand y Hanson, 1997; Murray et al., 2002).

No obstante, estas estimaciones han generado controversias por sufrir de grandes imprecisiones, pues son altamente sensibles a los datos iniciales la medición de muertes prematuras por incapacidad, la necesidad de precisar una tasa de interés de descuento y los problemas conceptuales de definición de discapacidad.

De manera que un método menos impreciso y que evita estas contradicciones de la información es el propuesto por Arriaga (2003), que determina el número de años de esperanza de vida que se vive con o sin limitaciones permanentes a partir de la información censal.

Luego de esta introducción se presentan las estadísticas descriptivas básicas de la población con limitaciones para el total nacional y por departamentos.

La segunda sección contiene la medición de los efectos demográficos que incluye un análisis de estandarización por edad y sexo y años de esperanza perdidos por discapacidad.

1. Análisis descriptivo de las limitaciones en colombia

El gráfico 1 muestra la distribución por edad, en grupos quinquenales, y sexo de las tasas de limitación, que se define como el número de personas que reportan por lo menos una discapacidad sobre el total de la población. En este documento se han tomado todas las estadísticas por edad en grupos quinquenales para evitar los problemas de registro a la edad cero5 y evitar comparaciones globales que pueden confundir los resultados debido a la mayor incidencia de limitaciones a medida que se incrementa la edad. Adicionalmente, dado que el censo se recolectó durante varios meses, todas las edades se han centrado al 30 de junio de 2005 para la definición de las edades.

Para la construcción de las siguientes tasas se tomó, del total de personas con limitaciones, a las personas que reportan dos o más limitaciones como un solo caso. Mientras que para las estadísticas por tipo de limitación se supuso independencia entre el tipo de limitaciones. Por ejemplo, el total de personas con limitaciones para ver suma el total de personas que reportan dicha limitación. De manera que una persona que reporta, digamos, la limitación para ver y oír será incluida tanto en los numeradores de la construcción de las tasas de limitación para ver, como para las tasas de limitación para oír.

El gráfico 1 muestra una tasa de limitaciones permanentes algo mayor para los hombres que para las mujeres en todos los grupos de edad y exactamente el mismo patrón, a medida que la edad aumenta, excepto para el grupo de edad abierto que presenta una tasa ligeramente mayor para las mujeres. Este patrón semeja una curva exponencial para cada sexo, que mantiene una tasa prácticamente estable entre 2,3 y 4 por cada cien habitantes, hasta la edad de 39 años. A esta edad la tasa de limitaciones comienza a crecer y es a la edad de 50 años cuando crece desmesuradamente, hasta llegar a tasas de 43,31 y 42,65 por cada cien habitantes en el grupo de edad abierto (80+) en mujeres y hombres, respectivamente.

Este mismo patrón por edades, semejante a una curva exponencial, se mantiene para las zonas urbanas (cabecera) y rurales (resto) del país, como lo muestra el gráfico 2. Sin embargo, la diferencia en la tasa de limitación es mucho mayor en las zonas rurales que en las urbanas para todas las edades y esta brecha se aumenta considerablemente a la edad de 35 años.

Al igual que las diferencias entre sexos, en los primeros tres grupos de edad las tasas de limitación entre zonas comienzan en valores entre 2 y 3 por cien habitantes; a partir de estas edades se duplican para la edad de 30 años y para los 45 años se han triplicado en las zonas urbanas, mientras que en las zonas rurales se ha cuadruplicado.

Este hecho concuerda con lo que se conoce en los eventos en salud en Colombia y en los países de similar nivel de desarrollo: las poblaciones rurales viven menos años e igualmente viven en peores condiciones de salud, frente a las poblaciones urbanas. Esto puede estar relacionado con las actividades propias del campo que exigen mucho trabajo físico para una proporción mayor de la población, comparado con las zonas urbanas; o con la exposición a otros factores de riesgo como químicos y fertilizantes.

Además, en el caso colombiano puede deberse al efecto del conflicto armado interno y a la proliferación de los cultivos ilícitos, que han prosperado mayoritariamente en zonas rurales del país.

El mismo ejercicio se replicó para cada una de las limitaciones, donde se asumió independencia entre los diferentes tipos de limitación. Los resultados no se presentan en este documento, pero se observa prácticamente en todas las limitaciones el patrón exponencial por edades, para cada tipo de discapacidad, y mayor en los hombres que en las mujeres en prácticamente todas las edades. Las limitaciones con menores tasas son las de bañarse (0,59), socializar (0,62) y aprender (0,76). Mientras que las más altas son, en su orden, ver (2,72), caminar (1,84) y oír (1,08). Sin embargo, no todas las limitaciones presentan exactamente el mismo patrón visto para el total nacional. En las de para aprender, socializar, ver y hablar la tendencia general es la misma, pero se observan algunas diferencias que se describen a continuación.

1.1. Tasas de limitación por departamentos

Los anteriormente llamados territorios nacionales se agruparon en una sola categoría denominada Nuevos Departamentos, que incluye a los departamentos de Amazonas, Arauca, Casanare, Guainía, Guaviare, Putumayo, San Andrés, Vaupés y Vichada. Así mismo, en los análisis se observaron comportamientos irregulares en La Guajira, por lo que se sugiere leer con precaución los resultados para este departamento.

La tabla 2 muestra las tasas de limitación por sexo y departamento, donde se observa que para casi la totalidad de los departamentos las tasas de limitación total son mayores para los hombres que para las mujeres; esta diferencia es especialmente marcada para los departamentos de Huila, Meta, Tolima, Caquetá, Caldas y Antioquia, con diferencias que van de 0,68 a 1,2 puntos porcentuales. Además, solo en los departamentos de Bolívar, Chocó, La Guajira y Sucre la relación es mayor para las mujeres que para los hombres; sin embargo, en ninguno de ellos la diferencia es mayor a 0,3 puntos porcentuales, aún sabiendo que más mujeres sobreviven a edades mayores.

La tabla 3 muestra las diferencias en las tasas de limitación por zona y departamento y es exactamente en los departamentos de Cauca, Boyacá, Huila y Nariño en donde se observan altas tasas y diferencias rurales-urbanas de por lo menos tres puntos porcentuales, en detrimento de las zonas rurales. A estos departamentos se suman Cundinamarca, que tiene una diferencia de 4,08, y Tolima y Santander con diferencias de 2,26 y 3,71, respectivamente.

Estos mismos departamentos también son consistentes con el análisis de las tasas de limitación por tipo de limitación, como lo muestra el gráfico 3. Por ejemplo, Nariño tiene la tasa más elevada para las limitaciones de oír (2,00) y la segunda tasa más alta en las limitaciones para caminar (2,85) y para ver (3,97) y es la cuarta tasa más alta para las limitaciones en brazos (1,28).

Boyacá tiene la tasa más alta en las limitaciones para caminar (3,19), la segunda tasa en las limitaciones para usar los brazos (1,37) y ver (4,03) y la tercera tasa más alta en la limitación para oír (1,70). Cauca tiene la tasa más alta en las limitaciones para ver (4,36) y de los brazos (1,37), la segunda tasa más alta para oír (1,96) y la tercera tasa más alta para caminar (2,68). Huila tiene la segunda tasa de limitación más alta para las limitaciones relacionadas con hablar (1,04), la tercera tasa más alta de las limitaciones relacionadas con los brazos (1,32) y la cuarta tasa más alta en la limitación para caminar (2,55), para oír (1,62) y para ver (3,93).

Otros departamentos se relacionan con otras limitaciones como las de tipo cognitivo. Chocó, por ejemplo, presenta una tasa inusualmente alta (1,61) en las limitaciones para aprender; Atlántico, Cesar y Magdalena tienen las tasas más altas en la limitación para bañarse (por encima de 0,7); Antioquia, Cesar, Magdalena y Tolima tienen las mayores tasas en la discapacidad para socializar (por encima de 0,7); Tolima y Cundinamarca, luego de los departamentos arriba mencionados, tienen altas tasas en la limitación para caminar (2,41 y 2,16, respectivamente); Cesar, Nuevos Departamentos y Tolima tienen altas tasas en las limitaciones para hablar (alrededor de 1); Caquetá, Norte de Santander, Quindío, Nuevos Departamentos, Tolima y Valle tienen altas tasas en la limitación para ver (entre 3 y 4 puntos); finalmente Cesar, Tolima y Nuevos Departamentos tienen tasas por encima de 1 en limitaciones para hablar.

En las tasas por limitación y departamento, por grandes grupos de edad (0-4, 5-14, 15-29, 30-59 y 60+) y género, se encontró que en la limitación para aprender existen más casos en las edades más jóvenes, siendo Chocó el departamento con mayores tasas en todos los grupos de edad y en ambos sexos. En la limitación en brazos las tasas más altas se presentan en Huila, Cauca y Boyacá en ambos sexos. Hay diferencias en un par de limitaciones entre las tasas globales y las diferenciadas por grupos de edad; una de ellas es la limitación para bañarse y la otra es la limitación para socializar.

En el caso de bañarse, el mayor número se presenta en los dos grupos de edades extremos, de 0-4 años y después de los 60 años; y los departamentos de mayores tasas siguen siendo Atlántico, Cesar, Sucre y Magdalena. Si solo se tuvieran en cuenta las tasas del último grupo de edad, los departamentos de mayores tasas serían Huila, Atlántico, Santander y Boyacá en el caso de los hombres, y Atlántico, Huila y Sucre en el caso de las mujeres. En la limitación para caminar, Huila, Boyacá, Nariño y Cauca tienen las mayores tasas en el caso de los hombres y para las mujeres Nariño supera a Huila, lo que explica por qué en las tasas globales Huila tiene altos niveles, pero no los suficientes como para superar a Nariño.

En la limitación para hablar sucede algo similar a la de aprender: hay unas tasas altas en el grupo de edades más bajas que generan diferencias en las tasas globales. De hecho, vemos que los Nuevos Departamentos mantienen, tanto para hombres como para mujeres, las tasas más altas en el último grupo de edad, mientras que en las tasas globales eran las cuartas más altas; sin embargo, siguen siendo de las más altas las de Chocó, Huila y Cauca. Nariño, Cauca, Boyacá y Huila sostienen las tasas más altas en las limitaciones para oír en ambos sexos, que coinciden con las tasas globales descritas anteriormente.

En el caso de limitación para socializar se vuelve a presentar una diferencia entre las tasas globales y las tasas por grandes grupos de edad.

Huila, Nariño y Cauca mantienen las mayores tasas en el caso de los hombres, mientras que Huila, Cauca, Caquetá y Tolima mantienen las mayores tasas para las mujeres. Finalmente, en el caso de las limitaciones para ver, las tasas son muchísimo más altas en los últimos grupos de edad que las tasas globales. Esto cambia un poco el orden de los departamentos con mayores tasas. Al observar el último grupo de edad, los departamentos de Caquetá, Cauca y Huila sostienen las mayores tasas tanto para hombres como para mujeres, en lugar de Boyacá, Cauca y Nariño que arrojaban las tasas globales.

Son muchos los factores que pueden influir en las potenciales relaciones entre discapacidades y departamentos; la cercanía geográfica o las similitudes geográficas pueden estar correlacionadas con más de un factor que genere estas tendencias.

En el caso de los departamentos del sur y Boyacá, puede ser la misma geografía montañosa de las zonas rurales la que ha permitido el florecimiento de actividades ilícitas y la violencia que conlleva. Desafortunadamente, con la información disponible en el país sobre violencia, que puede ser relevante para este estudio, como la plantación de minas quiebra-patas o número de civiles lesionados por alguna de las partes involucradas en el conflicto, es imposible conocer la influencia del mismo en este tema. Se requeriría un estudio más juicioso y minucioso que permitiera medir estos efectos y que además permita limpiar los efectos de migración interna, dado que varios de estos eventos se remontan a fechas bien en el pasado.

2. Análisis demográfico de limitaciones en Colombia

2.1. Análisis de estandarización por edad

La técnica empleada en este capítulo sigue la técnica propuesta por Arriaga y Pantano (2007) con el fin de develar la potencial existencia de una relación entre la prevalencia6 de las limitaciones y el género. Por un lado, es típico encontrar mayores tasas de limitaciones en los hombres hasta los 45 años, edad en la que las cifras se igualan entre sexos, y a edades avanzadas se observa una feminización de las tasas de limitación. De otro lado, en la construcción de tasas que utilicen el total de la población como denominador, si se quiere hacer comparaciones a través de la población hay que tener en cuenta que las distribuciones poblacionales varían entre subpoblaciones, así como entre departamentos del país.

En el caso colombiano hay una predominancia masculina en las tasas de limitación totales y por tipo de limitación, casi hasta la edad de 60 años. Teniendo en cuenta que Colombia presenta sobremortalidad masculina para las edades entre 15 y 55 años, la razón de sexos es muy inequitativa a favor de las mujeres; esto genera un desbalance que debería producir una tasa de limitación total femenina mayor a la total masculina, que no se observa. Entonces, parte de la explicación de los mayores autorreportes en limitaciones masculinas debe estar explicado por los efectos nocivos del conflicto armado y la violencia generalizada en la que se encuentra el país y, que al igual que en el caso de la mortalidad, está afectando a los hombres más que a las mujeres. Esta constituye una razón adicional para comprobar el verdadero efecto de la limitación, luego de descontar la influencia de la composición etaria.

Al hacer la estandarización de las tasas de limitación por discapacidad, alternando la población estándar por cada género, se pueden encontrar las diferencias cuando se toma una u otra población como patrón, y esto sólo se explica por la composición poblacional para uno de los géneros (típicamente las mujeres). Al encontrarse estas diferencias, se puede calcular una descomposición en las tasas que devele el efecto de la composición etaria, estimando así el verdadero efecto de la limitación.

La tabla 4 muestra las tasas de limitación por sexos para el total nacional y el agregado de las limitaciones en cada uno de los departamentos del país. La última columna presenta las diferencias entre las tasas femeninas y las masculinas, las cuales son mayores para los hombres que para las mujeres en la mayoría de los casos; sólo Conclusión es menor para los hombres en Bolívar, Chocó, La Guajira y Sucre. Esto puede mostrar que en efecto las tasas de limitación son más altas para los hombres que para las mujeres, a pesar de la razón de sexos que está desbalanceada hacia las mujeres, para todas las edades desde los 15 años, como lo reporta el Censo 2005 (tabla 5).

Para poder observar mejor dicho efecto, se tomó el total de la población masculina nacional como población estándar y así se estimaron las tasas estandarizadas. Algo similar se hizo utilizando la población femenina total nacional. Estas tasas estandarizadas por departamento y sexo se presentan en la tabla 6.

Bien sea que se tome como población estándar a la población masculina o a la femenina, las tasas de limitación caen drásticamente tanto para hombres como para mujeres en todos los departamentos, comparadas con las tasas no estandarizadas (tabla 4), y la caída en las tasas de limitación por sexo en cada departamento es mayor para los hombres que para las mujeres en casi la totalidad de departamentos; sin embargo, el símbolo de la inequidad entre hombres y mujeres cambió para varios departamentos.

En la tabla 6 se observa que las tasas en Atlántico, Bogotá, Nariño y Valle pasaron de ser mayores para los hombres a mayores para las mujeres, al estandarizar bien sea por la población masculina o la femenina; para Boyacá las diferencias entre sexos se cancelan y las tasas son prácticamente iguales, también independientemente de la población estándar seleccionada, y para los demás departamentos la inequidad se mantiene, pero obviamente este diferencial varía dependiendo de cuál sea la población estándar escogida.

Dado que la población estándar que se escoja también puede tener efectos sobre el cálculo de las tasas, la tabla 6 presenta la estandarización utilizando el total de la población primero masculina y luego la femenina de cada departamento.

Los resultados de esta tabla confirman los resultados de la tabla 4. En este caso, como es de esperarse, la magnitud de las tasas es mucho más parecida a las de las tasas sin estandarizar.

Una vez más se repiten varios de los departamentos con ahora tasas menores para los hombres frente a las mujeres, pero se suman otros más, independientemente de cuál de los sexos es utilizado como población estándar.

En particular, los departamentos con menores tasas para los hombres frente a las mujeres en la tabla 7 son: Atlántico, Bogotá, Bolívar, Chocó, La Guajira, Nariño, Quindío, Risaralda y Valle, pero en Boyacá las diferencias se equiparan.

Para el resto de los departamentos se sigue manteniendo una tasa de limitación masculina mayor a la femenina, a pesar de que la del total país es mayor cuando la población estándar es la masculina o femenina. En términos generales se puede pensar que las tasas no estandarizadas recogen la magnitud de la tasa de limitación, en la medida en que se quiera identificar los departamentos con mayores o menores tasas. Por ejemplo, estas tasas estandarizadas señalan a Boyacá, Cauca y Nariño como los departamentos con mayores tasas de limitación, que superan los ocho por cien habitantes, que prácticamente coinciden con los resultados de las tasas sin estandarizar.

En forma análoga sucede con los departamentos con tasas por debajo de cinco por cien habitantes, que lo conforman el grupo de Bogotá y La Guajira7. La consistencia de los resultados en las tasas estandarizadas para los departamentos que revierten la inequidad entre géneros, así como para los departamentos con las más altas tasas, señala que el problema de las limitaciones en Colombia en la mayoría de los departamentos afecta más a la población masculina que a la femenina y esto resulta particularmente cierto para todos los departamentos que mantienen dicha desigualdad, teniendo siempre en cuenta que la información que capturó el censo corresponde a un informe de autorreporte.

La tabla 8 presenta la descomposición de las tasas de limitación por la prevalencia y composición etaria. Por ejemplo, la cuarta columna de la tabla muestra la diferencia, en puntos porcentuales, entre las tasas estandarizadas con la población masculina frente a una estandarizada con la población femenina. En el caso del total de la población colombiana (Total), la diferencia entre las tasas femeninas menos las masculinas es de -0,36 puntos, diferencia que a su vez se descompone en: diferencias en la composición etaria: la tasa de limitación femenina debería ser 0,30 puntos porcentuales por debajo de la masculina, pero como la tasa de limitación masculina es mayor que la femenina, esta última debería ser 0,06 puntos porcentuales menor por la prevalencia, en sí, de las limitaciones permanentes.

Al seguir esta misma lectura en cada uno de los departamentos, observamos que la estructura etaria tendería a reducir la diferencia para casi todos los departamentos, con excepción de Caquetá, Córdoba, Magdalena, Sucre y Nuevos Departamentos, mientras que la prevalencia tiende a reducir la tasa de limitaciones de las mujeres en quince departamentos y la aumentaría en Atlántico, Bogotá, Bolívar, Boyacá, Chocó, La Guajira, Nariño, Quindío, Risaralda y Valle.

Estos resultados muestran, básicamente, la diversidad de los estados demográficos de los departamentos y la diversidad en los efectos de la intensidad de la prevalencia de las limitaciones a través de los departamentos. De hecho, al observar las diferencias en valor absoluto del aporte de las estructuras de edades y de la prevalencia, de nuevo no se puede encontrar un patrón unificado para todos los departamentos.

El mayor aporte lo hace la distribución etaria en trece departamentos, mientras que en los otros doce se debe a la prevalencia. Estos últimos son: Bolívar, Caquetá, Cauca, Cesar, Chocó, Córdoba, Cundinamarca, Huila, La Guajira, Magdalena, Meta, Nuevos Departamentos y Tolima. No obstante, todo indica que cuando son mayores las tasas de limitación masculinas, hay un mayor efecto de la prevalencia.

De igual forma se hace para la diferencia entre las tasas masculinas menos las femeninas, donde los resultados son mucho más homogéneos a través de departamentos y la diferencia entre tasas estandarizadas es la misma que la presentada en la columna 4 de la tabla 8, pero con signo opuesto. En el caso del total país la diferencia entre sexos (0,36) se explicaría positivamente por la estructura etaria en 0,30 puntos porcentuales, mientras que la prevalencia de limitaciones generaría un aumento de 0,07 puntos porcentuales, si las mujeres tuvieran las mismas tasas de limitaciones que los hombres en cada edad.

De hecho, la estructura etaria contribuye a la diferencia en todos los departamentos, con excepción de Caquetá, Córdoba, Magdalena, Sucre y Nuevos Departamentos. La prevalencia también tendría un aporte positivo para todos los departamentos, excepto Atlántico, Bogotá, Bolívar, Boyacá, Chocó, La Guajira, Nariño, Quindío y Valle del Cauca. Sobresale que el aumento de la tasa total de prevalencia es mayor para el departamento del Huila, es decir que si la población femenina tuviera las mismas tasas de prevalencia por edades de los hombres en dicho departamento, la tasa de limitación total de las mujeres sería 1,124 puntos porcentuales más alta.

En consecuencia, en el caso colombiano los resultados varían departamento por departamento; sin embargo, para la mayoría de ellos se puede decir que hay mayor número de hombres con limitaciones que mujeres y que esta diferencia se debe, en efecto, a mayor prevalencia de limitaciones en los hombres. Sin importar cuál de los dos sexos sea escogido como estándar, el efecto de la prevalencia es mayor para los siguientes departamentos: Caquetá, Cauca, Cesar, Córdoba, Cundinamarca, Huila, Magdalena, Meta, Nuevos Departamentos y Tolima.

En parte, se puede pensar que en varios de estos departamentos la intensidad del conflicto armado puede ser una de las razones que incrementa el efecto de las limitaciones (prevalencia), pues si se utiliza el promedio de las tasas de homicidios totales, tasas de homicidios de jóvenes (de 15 a 45 años) o tasas de homicidios masculinas para la década con mayor registro de acciones violentas en la historia reciente del país (1990-2000), como una proxy de la violencia por departamento, se encuentra que los departamentos más violentos en el país durante esta década fueron Casanare, Guainía (Nuevos Departamentos), Antioquia, Risaralda y Valle.

Igualmente, si se utiliza como proxy el número de acciones armadas per cápita cometidas por los actores al margen de la ley entre 1995 y 2000, se tiene que los mayores promedios de estas acciones sucedieron en los departamentos de Casanare, Arauca, Guaviare, Meta, Vichada, Guanía y Vaupés (todos en los Nuevos Departamentos, con excepción del Meta). Así mismo, el comportamiento de alta prevalencia en departamentos como Cesar, Córdoba, Huila, Magdalena y Tolima puede estar relacionado con períodos de alta intensidad en la violencia en el país, pero en épocas menos recientes y para las cuales no hay suficientes datos disponibles para cuantificarlo.

Por ejemplo, el Magdalena Medio sufrió una violencia intensa desde mediados de los años 70 hasta finales de los años 80. El Tolima Grande estuvo bajo una gran oleada de violencia en la llamada época de ‘La Violencia’, en la década de los años 50.

2.2. Años de esperanza de vida perdidos por discapacidad

La metodología propuesta por Arriaga (2007) plantea el uso de la proporción de personas con limitaciones permanentes en cada grupo de edad, como una aproximación a las tasas específicas de mortalidad de las tablas de vida. De un lado, se puede asumir que estas proporciones siguen un patrón estable, es decir que no varía mucho en el tiempo; esto nos permite aproximar esta proporción a la tasa específica de mortalidad en las tablas de vida, que por definición no son las tasas de mortalidad específica observadas en la población real, sino las de una población ficticia que sigue los mismos patrones de mortalidad de la población real, que en últimas es lo que se necesita para cuantificar los años de vida. Las estimaciones se hacen a partir de la edad de 5 años y en grupos quinquenales.

En este estudio se hace una pequeña variante a la metodología propuesta por Arriaga (2007). En su trabajo original el autor asume que cada individuo a lo sumo puede tener una sola discapacidad; esto genera una completa desagregación de la esperanza de vida a la edad x (ex).

Por ejemplo, la esperanza de vida a la edad 5 (e5) sería la sumatoria de la esperanza de vida de los individuos sin ningún tipo de limitación sumado a la de aquellos con limitaciones, y esta última, a su vez, sería la sumatoria de las esperanzas de vida de cada una de las limitaciones.

Dada la información recolectada en el Censo 2005, cada colombiano podía responder más de una limitación a la vez; en particular, 29% de las personas que tienen limitaciones reportan dos o más limitaciones. En tal caso preferimos hacer el supuesto de independencia entre limitaciones para así poder estimar el número de años promedio que la población pasará con cada una de las discapacidades consideradas en el censo.

Estos promedios no deben confundirse con los años promedio que la población con cada limitación vivirá, sino que es una descomposición de los años promedio de vida a la edad en cuestión que viviría una persona con y sin limitaciones en su vida, si los patrones de mortalidad y prevalencia de las limitaciones que hoy se observan permanecen en el tiempo.

Para ejemplificar los resultados se presentan las tablas 9 a 11, que incluyen los resultados para el total país, por sexos. Las tablas de vida agrupan la población en edades quinquenales desde la edad 5 hasta 80 y más (80+). Para cada una de estas edades se presenta el número de años promedio que la población pasará con cada una de las discapacidades consideradas.

La tabla 9 muestra las diferencias para el total de la población con limitaciones frente a la que no tiene ningún tipo de limitación, para cada uno de los sexos. No sobra recordar que hay que ser cautelosos en la comparación directa entre las dos poblaciones, pues la construcción de los años promedio restantes de la esperanza de vida para las personas sin limitaciones cuenta a cada individuo una sola vez, mientras que en el caso de las personas con limitaciones un mismo individuo puede aportar más años-persona, pues se ha hecho por el conteo de las limitaciones y no por el número de personas con limitaciones.

Así mismo, estos años reportados no son la esperanza de vida restante para cada una de las poblaciones. En cambio, reflejan el promedio de años de vida que enfrentan las poblaciones sin limitaciones y el promedio de años de vida que tendrían las poblaciones con limitaciones; esto significa que la suma de los años promedio de vida restante de ambas poblaciones, con y sin limitaciones, es el total de los años de vida de la población. Por tanto, esta descomposición hace que el promedio de las personas con limitaciones baje con respecto al total.

En efecto, la segunda y tercera columna de la tabla 9 suman un total de 72,6 años a la edad 5-9 años para los hombres y las siguientes dos columnas suman 80,55 años a la edad 5-9 años para las mujeres. Esta sumatoria se descompone en 60,15 años para los hombres sin limitaciones y 65,64 años para las mujeres sin limitaciones; esto no quiere decir que la población sin limitaciones tenga esperanzas de vida a la edad 5-9 años por debajo de la del total de la población, que agrega a la población con y sin limitaciones. Lo anterior indica que un colombiano promedio que sobrevive a la edad de 5-9 años puede esperar vivir algo más de 60 años sin limitaciones y una colombiana lo haría 65 y medio años, si las condiciones de mortalidad y prevalencia de las limitaciones que observamos en 2005 se mantienen constantes. Igualmente, con alguna discapacidad, un hombre colombiano que sobrevive a la edad de 5-9 años puede esperar vivir, en promedio, 12,46 años de su vida bajo alguna limitación y una mujer 14,92 años.

De la misma manera, el total de años bajo limitaciones puede descomponerse en cada una de las limitaciones incluidas en el censo, que se presentan en las tablas 10 y 11, y que suman exactamente a cada edad los datos reportados en la columna con limitaciones, de la tabla 9, para cada uno de los sexos respectivos. Entonces, la tabla 10 descompone los 12,46 años que espera vivir un colombiano promedio del grupo de 5-9 años con alguna limitación por tipo de limitación.

Se observa que la mayoría de estos años promedio se vivirían bajo las limitaciones para ver, seguidas, en su orden, de las de caminar, oír, brazos, otras, hablar, aprender, bañarse y socializar en dicha edad. Este patrón casi se replica para las mujeres del mismo grupo de edad.

En este caso, los 14,92 años que puede esperar vivir una mujer en discapacidad se dividen en su orden en: ver, caminar, oír, otras, brazos, bañarse, aprender y socializar.

En general, las mujeres viven más años promedio en discapacidad y esto se debe a que desde edades tempranas y a través de todas las edades viven más años en las discapacidades de ver y caminar que los hombres. Análogamente, las mujeres tienen también mayores años de vida promedio sin discapacidad que los hombres y esto se explica por las diferencias en mortalidad entre hombres y mujeres, que se mantienen en todas las edades y que generan el desbalance entre sexos, tan marcado en Colombia, ya mencionado anteriormente.

Los resultados por departamento son comparables por sexo y en general muestran que, en promedio, las limitaciones con las que un mayor número de años promedio vivirán las personas con limitaciones desde edades más jóvenes son, en su orden: ver, caminar y oír, tanto para los hombres como para las mujeres. Así mismo, estos años promedio se mantienen prácticamente constantes para las limitaciones de bañarse y oír desde las edades más jóvenes hasta los últimos grupos de edades. Para las otras limitaciones este promedio de años se va reduciendo casi paulatinamente.

Vale la pena resaltar las diferencias entre sexos, pues se observa que las mujeres pueden esperar vivir más años o fracciones de años en promedio que los hombres, para todas las limitaciones y en todas las edades. Las limitaciones que presentan casi los mismos patrones y magnitudes entre sexos son las de oír y las de otro tipo, seguidas de cerca de la limitación para ver.

Esta diferencia entre sexos, que también aplica para el total de la población, se mantiene para la población con limitaciones y aún por tipo de limitación.

Esto quiere decir que, entre la población con limitaciones, las mujeres también pueden esperar vivir en promedio más años que los hombres, prácticamente a cualquier edad, pero infortunadamente tendrán que hacerlo bajo alguna limitación. Este efecto se agudiza con la edad y dependiendo de la limitación las diferencias pueden ser mayores; por ejemplo, si observamos el último grupo de edad, los dos casos extremos son las limitaciones para caminar y oír. En la primera, las mujeres viven en promedio 0,556 años más, pero esto implica que ese medio año adicional lo viven bajo esta limitación, mientras que en la limitación para oír los hombres viven en promedio 0,045 años más que las mujeres, que sería algo así como medio mes más de vida.

Análisis similares se pueden hacer por departamentos, encontrándose que para todos los departamentos, similar a lo que sucede en el total nacional, el mayor número de años vividos con limitaciones es, en su orden, para las personas con discapacidades para ver, caminar y oír. La única excepción se presenta en Chocó, donde las discapacidades de aprender, hablar y oír tienen niveles muy similares, aunque las tres en magnitud son inferiores a ver y oír, como en el resto de departamentos.

También vale la pena resaltar que en el Cauca estos años promedio son casi iguales para las limitaciones de oír y caminar. Finalmente, los años estimados para el departamento de La Guajira producen números demasiado altos para los patrones de mortalidad que sigue dicho departamento (abreviado en la tabla de vida), lo que confirma lo encontrado en las estadísticas descriptivas que sugieren trabajar estos números con cautela, pues puede haber un problema en la captura de las personas con limitaciones físicas en este departamento, bien sea por la recolección misma de los datos o por las concepciones de limitación que generan bajos autorreportes.

Otro punto importante de estos cálculos es la progresión a través de los años y sexos, por discapacidad. Aquí es claro que no hay un patrón que homogenice a los departamentos, sino que se puede hablar de diferentes patrones. Por ejemplo, si se comparan las dos limitaciones bajo las cuales la población colombiana vive más años en promedio —ver y caminar—, se tiene que en las edades más tempranas los años promedio son mayores para la limitación de ver, que la de caminar. Pero a medida que la población envejece termina siendo, en el último grupo de edad, mayor el número promedio de años viviendo bajo la limitación de caminar que la de ver, tanto para hombres como para mujeres, en los departamentos de Antioquia, Atlántico, Bogotá, Bolívar, Boyacá, Caldas, Cundinamarca, Risaralda, Santander y Sucre.

Ahora bien, la magnitud de estos años promedio varía bastante a través de estos departamentos, por edades y por sexos. Tomemos el caso particular de Antioquia. A la edad de 5 años los hombres con limitaciones para ver tienen 2,57 años en promedio sobre la esperanza de vida y las mujeres 3,2 años. Mientras que para quienes tienen limitaciones de caminar estos promedios son casi la mitad a la misma edad: 2,37 para los hombres y 2,99 para las mujeres. En el último grupo de edad estos promedios se aproximan bastante entre limitaciones y sexos.

Para los hombres con limitaciones para ver es 1,30 y para las mujeres es de 1,44, mientras que para los hombres con limitaciones para caminar el promedio es 1,44 y para las mujeres es 2 años. Entonces, para el caso particular de Antioquia si bien quienes padecen de limitaciones para ver al comienzo de su vida pueden esperar vivir más años en promedio que quienes tienen otra limitación, en realidad a medida que pasan los años esta brecha prácticamente se cierra, y se mantienen las diferencias entre sexos para cada una de las limitaciones. En general, este patrón tiende a repetirse en los departamentos mencionados arriba, pero hay que tener en cuenta que en cada uno de ellos hay ciertas particularidades.

Cuando se comparan los patrones por edad y sexo de las limitaciones para ver y oír, los departamentos de Caquetá, Cesar, Huila, Magdalena y Nuevos Departamentos presentan otro patrón.

Comienzan con mayores años de vida en las edades tempranas en la limitación para ver, pero esta desigualdad se revierte en el último grupo de edad. Finalmente, tenemos los departamentos que comienzan con mayores años promedio para las limitaciones para ver, pero que terminan siendo menor en el caso de los hombres. Este patrón se observa para los departamentos de Córdoba, Nariño, Norte de Santander, Quindío, Tolima y Valle.

Una vez más, estos tres grupos de departamentos no tienen una cercanía geográfica clara o comparten características culturales o económicas que puedan dar una misma explicación a estos patrones. Esto refleja, una vez más, la complejidad del estudio mismo de los efectos de las limitaciones en la población y la importancia de obtener y sobre todo analizar estas cifras por departamentos, pues cada caso termina siendo particular.

3. Conclusiones

La información recolectada en los censos de población constituye una fuente valiosísima para el país. En muchas regiones es, de hecho, la única fuente de información demográfica y socioeconómica existente. Esto también se refleja en la captura de datos de población con limitaciones físicas. El censo se convierte en una base de datos imprescindible para el país por la magnitud de su alcance, a pesar de las limitaciones que puede tener la captura de tipo autorreporte, como la que contiene el Censo 2005 o en las limitaciones de los análisis de algunas variables de la muestra co-censal, por el tamaño de la misma población con limitaciones.

Estos hechos no deben desmotivar ni a los investigadores, ni a los diseñadores de políticas para usar esta valiosa información, sino por el contrario la generación y uso de estos datos deben abrir una discusión en el país que involucre a todos los sectores sobre su análisis y las propuestas para la mejor inclusión de preguntas de este carácter en todos los formularios censales8.

Así mismo, el presente estudio ha hecho el análisis sobre la información de los hogares colombianos, que por definición excluyen las viviendas de conglomeraciones como los orfanatos, los hogares geriátricos y las guarniciones militares, lugares que deben tener mayor número de personas con problemas de limitaciones permanentes.

De manera que la prevalencia de la discapacidad en Colombia es preocupantemente alta, si se tiene en cuenta que las estadísticas aquí presentadas no representan el gran total de la población con limitaciones. Sería interesante estudiar dicha población y reestimar las tasas de limitación en el país, haciendo nuevamente las estandarizaciones que develen el efecto de la composición etaria.

Los datos de estadísticas básicas muestran que los hombres colombianos mantienen mayores tasas de discapacidad que las mujeres en todas las edades, incluyendo los grupos de mayor edad.

Las zonas rurales tienen tasas de limitaciones muchísimo más altas que las urbanas, independientemente del sexo y de la edad. De hecho, la brecha se eleva con la edad, para ambos sexos.

Sin embargo, es interesante observar que las tasas son mayores para las mujeres rurales que para los hombres rurales a partir de los 45 años, algo que no sucede en las zonas urbanas. Finalmente, la limitación más autorreportada en los colombianos es la limitación para ver y la menos reportada es la limitación para bañarse.

Un análisis demográfico más detallado de la información señala que la estandarización de la prevalencia por sexos, para poder develar un patrón que limpie el efecto de la composición etaria de la prevalencia de limitaciones, no nos muestra un patrón único para los departamentos del país, aún si los agrupásemos por regiones u otras características similares. Teniendo en cuenta los problemas que impone la captura de los datos por autorreporte, esta heterogeneidad señala dos situaciones. Primero, las diferencias demográficas que atraviesa cada departamento en el país y que conllevan a efectos diferentes en temas tan importantes como la mortalidad, la morbilidad, el autorreconocimiento y la prevalencia misma de limitaciones. Segundo, los efectos de las causas de las limitaciones no pueden ser analizados únicamente con la información disponible en el censo. Quizá un estudio de mayor profundidad pueda explicar la semejanza en las tasas de prevalencia de mayoría masculina para departamentos que parecieran no tener ni estructura demográfica, ni estructura socioeconómica similar.

De allí sobresale el hecho de que los departamentos de Atlántico, Bogotá, Nariño y Valle pasan de tener mayores tasas de limitaciones en los hombres a mayores tasas para las mujeres, una vez se estiman las tasas estandarizadas, sin importar qué población (masculina o femenina) sea utilizada como estándar. Así mismo, Boyacá muestra prácticamente las mismas tasas entre géneros, una vez se estandarizan las tasas.

Este resultado se mantiene para estos departamentos, aun si se cambia la población estándar del total nacional al total departamental de cada departamento y si se hace con la población masculina o la femenina. Esta consistencia en los resultados muestra una definitiva masculinización del tema de las limitaciones físicas para la gran mayoría de los departamentos del país, aún cuando se separan los efectos de la distribución poblacional.

El otro análisis demográfico incluido en este trabajo es la descomposición de los años de vida promedio que puede esperar vivir un colombiano(a) con o sin limitaciones, dados los patrones de mortalidad observados, resumidos en las tablas de vida de 2005, y la prevalencia de las limitaciones, capturadas en el Censo 2005. De allí se obtiene que un hombre colombiano promedio, que sobrevive a la edad 5-9 años en Colombia, puede esperar vivir 60 años sin ningún tipo de limitación y 12,46 años con alguna limitación.

Análogamente, una mujer colombiana esperaría vivir 65,6 años sin ninguna limitación y casi 15 años con alguna limitación. Al hacer la descomposición de dichos años promedio de vida bajo alguna limitación, dos tercios de dichos años se explican por años vividos bajo las limitaciones de ver, caminar y oír, tanto para hombres como para mujeres.

De esta estimación en los años de esperanza de vida también se extrae que las mujeres con limitaciones pueden, en promedio, esperar vivir más años que los hombres con limitaciones en prácticamente todas las limitaciones cubiertas por el Censo 2005, lo que reduce la calidad de vida de estas mujeres. En particular, para las limitaciones de oír y otras, casi no hay diferencia entre sexos.

Sin embargo, otras limitaciones como caminar y bañarse implican diferencias de casi medio año entre sexos, con las mencionadas consecuencias en la calidad de vida de las mujeres, sobre todo en edades mayores.

Esta descomposición por departamentos muestra de nuevo la comprobación de los resultados anteriores. La mayoría de los departamentos tienen mayores efectos nocivos de las limitaciones para hombres que para mujeres y en la mayoría de los departamentos las limitaciones que más afectan a la población son, en su orden, ver, caminar y oír. Ahora, una vez se busca hacer comparaciones de la evolución en las edades (el tiempo) de las incidencias entre géneros o por tipo de limitación, volvemos a observar que no existe un patrón único que caracterice a los departamentos de Colombia o por lo menos a subgrupos de los mismos.

Por departamentos es claro que hay una gran variabilidad y que no generan un único patrón en las personas con limitaciones permanentes ni siquiera por las variables demográficas básicas como edad y sexo.

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1Profesora Asociada, Departamento de Estadística de la Universidad Nacional de Colombia; bpurdinolac@unal.edu.co

2Estadístico, Departamento de Estadística de la Universidad Nacional de Colombia; rfherrerac@unal.edu.co

3Estos incluyen: guarniciones militares, orfanatos, hogares geriátricos, monasterios, internados de estudio, cárceles, etc.

4Para una discusión reciente y las recomendaciones de homologación de definiciones a través de los censos nacionales de población, ver Mont (2007).

5Información obtenida en el Comité de Evaluación del Censo 2005.

6Se entiende por prevalencia la proporción de individuos en una población con la limitación en estudio.

7Es importante recordar al lector que el departamento de La Guajira no necesariamente tiene una de las prevalencias más bajas en el país, sino que tiene deficiencias
en la medición de la información censal y no podemos asegurar con certeza cuál es su verdadero comportamiento.

8Por ejemplo, véase documentos producidos por el grupo de discapacidad y desarrollo del Banco mundial (Disability and Development Team-World Bank).