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Utilización de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en empresas colombianas
Anita Weiss

Caracterización y determinantes de la
adopción de computadores e Internet en las empresas dominicanas

José Luis Actis

Las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) como fuente primaria de información estadística: el caso del comercio electrónico
Carlos Augusto Barrera Cuesta

Prensa – Libros
Jorge Eduardo Estrada Villegas

Separata

Jorge Eduardo Estrada Villegas1

El economista camuflado: la economía de las pequeñas cosas.

Tim Harford, Editorial Temas de Hoy, septiembre de 2007.

Unos pocos meses después de la publicación de Freakonomics, el libro de Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner, que ha sido un éxito de librería en todo el mundo y que reseñamos en el primer número de la revista ib, apareció El economista camuflado, que también emplea un enfoque juguetón para ayudarnos a entender, ya no situaciones en la franja de la vida económica, sino problemas del día a día, y que ha alcanzado un éxito similar.

Tim Harford, el autor, es un joven economista de Oxford que trabajó en el Banco Mundial; publica una columna en el Financial Times y es el presentador de la serie More or Less de la BBC.

El tono de Harford no es dogmático y se adapta muy bien para comunicar los principios fundamentales a quienes no han tenido una formación en la materia, aunque muchos que se limitaron a tomar un curso elemental de economía también pueden beneficiarse con esta oportunidad de ver las secas teorías reflejadas en situaciones de la vida real.

Harford comienza explicando la razón de ser de los precios, aparentemente exorbitantes, del café que venden las cadenas como Starbucks (¿o Juan Valdez?); la principal razón reside en los costos de los locales. El secreto es establecerlos en lugares con gran flujo de gente, como estaciones de tren o de metro, y garantizar la exclusividad con contratos que estipulan que ningún competidor podrá obtener un local en el mismo edificio o centro comercial.

Pero esta causa (location, location, location la llamarían los agentes de finca raíz) no explica todo el menú de estas cadenas. Los precios de los productos más baratos ofrecidos puede que ni siquiera cubran sus costos, pero con un esfuerzo inteligente demercadeo es posible completar el menú con una gran variedad de productos de apariencia sofisticada que no son fáciles de conseguir en otras partes (por lo que no podemos determinar su precio justo). Las adiciones que los generan agregan muy poco costo al producto básico, pero le confieren características de escasez que permiten aumentar su precio en forma desproporcionada para hacer rentable el negocio.

Harford explica el funcionamiento del mercado y cómo éste revela información. En un mercado libre nadie compra un producto cuyo valor le parece menor al precio que paga por él. Es obvio que en un mercado así los clientes valoran los cappuccinos más que el dinero que pagan por ellos, y esto no es tan trivial como parece. Si ocurre una helada en el Brasil, el mecanismo del mercado ajustará hacia arriba los precios del café y, por lo tanto, del cappuccino, el latte, el nevado, etc. Entonces habrá gente que ya no comprará cappuccino, pero otros lo seguirán comprando al nuevo precio porque por esa suma no hay otro producto que prefieran al que ya están acostumbrados. Todos estos ajustes dependen de la abundancia y escasez de productos, y el mercado los realiza en forma automática, algo que ninguna economía centralizada ha podido hacer.

Pero lograr un mercado libre y perfecto es imposible en la vida real. Los impuestos y los subsidios afectan negativamente el funcionamiento del mercado, pero parecen inevitables. Aunque se han encontrado maneras de lograr los resultados que buscan impuestos y subsidios sin afectar la forma como el mercado revela información, éstas no son fáciles de implantar por los obstáculos de orden práctico o político que enfrentan. El resultado es que ningún mercado funciona de manera ideal.

Sin embargo, el concepto de mercado es importante porque permite comprender la causa de muchos problemas económicos y la manera de corregirlos. Los mercados perfectos pueden ser irreales y poco interesantes, pero proporcionan un punto de referencia clarísimo para determinar qué es lo que está funcionando mal en una economía. Basado en la experiencia de un viaje al Camerún, cuando trabajaba con el Banco Mundial, Harford nos explica las causas de que los países pobres sigan siéndolo (no debemos sorprendernos de que la principal causa sea la corrupción).

Los problemas de falta de información en el mercado los ilustra con la venta de carros usados, en donde el vendedor conoce perfectamente el estado del carro pero el comprador no (problema denominado asimetría en la información). Este problema también afecta los seguros de salud; en este caso los clientes conocen mejor su estado de salud que las compañías aseguradoras, las cuales se protegen aumentando las primas.

El uso del automóvil particular sirve de ejemplo para explicar las externalidades, que son efectos, generalmente negativos, resultantes de decisiones aparentemente independientes. En este caso las externalidades son la congestión, la pérdida de tiempo debida a ésta y la contaminación ambiental. La manera de corregirlas es cobrar por el uso de las vías, lo que envía una señal clara al conductor de que su actividad tiene que pagar los costos de los daños que causa, algo que no se lograría aumentando el impuesto del vehículo.

Capítulo aparte merece el tema de la globalización, que en vez de ser una conspiración del mundo desarrollado para exprimir a los países pobres, nació de la teoría de la ventaja comparativa introducida en 1817 por el economista inglés David Ricardo. Para Ricardo todas las barreras al comercio, ya sean subsidios para nuestros agricultores o tarifas para la importación afectan negativamente las dos partes interesadas.

Para terminar, Harford nos cuenta cómo se enriqueció la China, un país que durante la mayor parte del siglo XX fue más pobre que Camerún. Las reformas que lograron este milagro fueron introducidas por Deng Xiaoping después del estruendoso fracaso de las políticas económicas de Mao. En los primeros cinco años de funcionamiento ya se había doblado el ingreso promedio de los agricultores. Fue Deng y no Mao quien logró el Gran Salto Adelante, usando el poder del mercado y de los precios.

 

La lógica oculta de la vida: cómo la economía explica todas nuestras decisiones.

Tim Harford, Editorial Temas de Hoy, marzo de 2008.

Después del éxito de El economista camuflado, Tim Harford nos entrega ahora La lógica oculta de la vida, el cual fue seleccionado por la revista The Economist como uno de los libros del año 2008.

En esta obra Harford explica cómo prácticamente todo lo que ocurre en el mundo es el resultado de decisiones racionales, tomadas por los distintos actores. Todo este juego entre decisiones y consecuencias está ligado al sistema de incentivos vigente, y no se limita a los humanos pues los animales también responden a ellos y actúan en consecuencia.

Lo anterior significa que si ciertas acciones tienen resultados que percibimos como negativos, es porque los incentivos que las generaron no eran los apropiados. Pero también significa que es posible modificar el comportamiento de personas y animales cambiando los incentivos.

El autor presenta una serie de ejemplos que nos muestran cómo el análisis económico permite identificar cuáles son los incentivos que, al actuar racionalmente quienes están bajo su influencia, producen los resultados, buenos o malos, que observamos.

Las implicaciones de estos planteamientos son de gran importancia para los políticos y quienes ejercen autoridad, ya que la manera de evitar comportamientos antisociales es reduciendo o eliminando los incentivos que los generan, y la manera de reforzar los comportamientos positivos es fortaleciendo los incentivos correspondientes.

El objetivo del autor es persuadir al lector de que si bien nunca encontraremos comportamientos racionales en la totalidad de las actividades que analicemos, sí encontraremos que la mayoría de la gente, en la mayoría de las circunstancias, actúa racionalmente. Ya sea que estudiemos la vida sexual de las colegialas, la actividad criminal de los adolescentes, el regateo de las prostitutas, o la forma como las ratas de laboratorio buscan
la mayor satisfacción al mantenerse hidratadas, encontraremos que las decisiones tomadas parecen económicamente racionales cuando se consideran los costos y beneficios asociados a ellas.

Pero, si todos somos tan inteligentes, ¿por qué la vida parece tan loca? La gente fuma e invierte en pirámides; las empresas son dirigidas por estúpidos; los diferentes sectores de las ciudades progresan o decaen sin razón aparente. ¿Cuál es la lógica de todo esto?

Sin embargo, la lógica está ahí si miramos con suficiente atención y Harford procede a presentarnos ejemplo tras ejemplo que respalda sus planteamientos. Algo tan “loco” como el amor y el matrimonio no sólo implica un proceso racional por parte de los amantes, sino que ésta es la única manera de explicar dos de las grandes revoluciones sociales del siglo veinte: el aumento del número de mujeres profesionales y el auge y caída de la rata de divorcios.

Harford dedica todo un capítulo a describir la más exigente de las teorías de decisión racional, la Teoría de Juegos. Esta teoría fue desarrollada por John Von Neumann, un matemático húngaro que emigró a los Estados Unidos en la década de los treinta, trabajó en el desarrollo de la bomba atómica y en el Instituto de Estudios Superiores de Princeton. Su teoría de juegos se inspiró en el póquer y describe la manera como se debe proceder ante un adversario en un juego de suma cero, es decir, un juego en el cual lo que gana una parte lo pierde la otra. Vale la pena mencionar que la teoría de juegos es el campo que le sirvió a John Nash (el personaje de la película “Una Mente Brillante”) para alcanzar el Premio Nobel de Economía.

Von Neumann creía que para llegar a una teoría que pudiera explicar la vida uno debía comenzar con una teoría que pudiera explicar el póquer. Su propósito era traer a las ciencias sociales todo el rigor de las matemáticas y para lograrlo, trabajó en economía, ya que las decisiones racionales de la economía se pueden modelar mediante las matemáticas. Para él la vida real está definida por los engaños que se generan al preguntarse ¿qué es loque el otro piensa que voy a hacer? Y esto es lo que ocurre en juegos como el póquer.

El hecho de que jugadores que no tuvieron educación superior, y muchas veces ni terminaron la secundaria, se batan de igual a igual en las series mundiales de póquer con quienes aplican la teoría de juegos, nos da bastante que pensar sobre la inteligencia innata de las personas. La experiencia, la malicia, la intuición pueden competir contra los análisis realizados con el computador.

La conclusión es que la mayoría de los humanos son lo suficientemente inteligentes para tomar decisiones en forma que, en términos económicos, podemos considerar racional y en la vida real lo hace. El problema está en los incentivos que justifican la racionalidad de tantas decisiones que son negativas para los mismos actores y para la sociedad.